¿Legalización o regularización?

Casi cien años después de la era de la prohibición del alcohol en Estados Unidos, nos enfrentamos a una situación similar con las sustancias psicoactivas.

En esos momentos, como ahora, fue crucial admitir que las personas no iban a dejar de beber licor para proyectar el futuro de la sociedad. Incluso Franklin Roosevelt, el presidente estadounidense que lideró al país durante la segunda guerra mundial, ganó las elecciones de 1932 prometiendo la regularización del licor.

Colombia está en un escenario similar desde hace varios años. Especialmente tras la despenalización de la marihuana, el estado ha visto una evolución en su rol frente a las sustancias psicoactivas. Este es el momento para que se fortalezca, generando herramientas preventivas y de cuidado, que atiendan el consumo y que eviten que más personas lleguen a consumir.

Cali debe establecer un centro de prevención, para el control de las adicciones y atención al consumo de sustancias psicoactivas, y con esto revitalizar la política pública integral aplicable para este contexto. La ciudad debe apostarle a desarrollar programas de atención integral, diferencial y complementaria a personas consumidoras de sustancias psicoactivas. Los tratamientos y la rehabilitación podrían diferenciarse con un servicio 24 horas al día, tratamientos farmacológicos y ambulatorios, además de hospitalización. Adicionalmente, el centro podría realizar actividades holísticas y educativas de promoción y prevención que posibilitarán mejoras en el proceso de desintoxicación. Nuestra ciudad reúne condiciones importantes para asumir el liderazgo de esta nueva era y las situaciones de consumo hacen que sea una necesidad empezar por Cali.

La realidad es que con el esquema actual, los procesos de rehabilitación, que son administrados por empresas privadas o fundaciones, tienen altos costos y son de difícil acceso para la gente con pocos recursos. Además hay graves problemas de convivencia en las comunidades donde el consumo se toma el espacio público. Esto sin mencionar que el mercado ilegal de sustancias sigue sosteniendo la operación de grupos irregulares.

En Nueva York, las personas pueden comprar sustancias psicoactivas si pertenecen a unos clubes autorizados, donde hay un seguimiento a las cantidades y sustancias adquiridas individualmente. De manera regular, las distintas autoridades están cruzando información para identificar problemas de convivencia, y ejercer alguna medida de control ciudadano. El éxito de este proceso dependerá de la articulación entre organismos como la Secretaría de Salud, la Secretaría de Seguridad y Justicia, la Secretaría de Bienestar Social y la Policía Nacional, y apostar por este mecanismo requeriría un esfuerzo importantísimo por fortalecer la institucionalidad.

Reconozcamos que con legalización o sin legalización, con regularización o sin regularización, va a seguir existiendo el consumo. Y tenemos que estar preparados para atenderlos con los centros de prevención, para el control de las adicciones y atención al consumo de sustancias psicoactivas.

La sociedad caleña puede crecer de la mano de estas iniciativas. Habría seguridad y trazabilidad en el origen de las sustancias, habría formación para el consumo y la prevención aplicable a todas las edades y también una respuesta institucional a los problemas de convivencia. Por otro lado, el consumo local abriría las puertas a la existencia de una industria de consumibles y derivados, como la industria cannábica, generando empleos, carreras y posibilidades de ingreso en distintos sectores de la sociedad.

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